Chamuyando con mi sombra
vuelvo al caño, derrotao
solo, sábalo y piantao
hasta el culo de ferné
cada bache es una hoyanca
cada paso, una gambeta
da lo mismo que vomite
en la acera o la chaqueta
si todo me sabe a Branca
mezcladito con mi fe.
La pebeta se pasea
de la mano de un obeso
que le banca los excesos
de su eterno jarangón
mientras cruzan mi garganta
estos ripios milongueros
y el recuerdo acamalado
del amor tan embustero
que tirara a la marchanta
mi enlodado corazón.
Nada queda, salvo el frío
escociéndome los labios
su pañuelo y el resabio
impregnado en el gotán
que no te sobren excusas
si de garpar, es momento
vale más, otario en mano
que linyera al firmamento
que te dure lo papusa
y no aburras al bacán.