(O de por qué todas y todos deberíamos cerrar
nuestro perfil en facebook)
En 1997 el físico estadounidense Michael H. Goldhaber publicó un visionario
artículo en la revista Wired 1
donde
proponía la hipótesis de que asistimos a la transición de una "economía
basada en lo material" donde la moneda
es el dinero, a una "economía de la atención" donde el bien
escaso (la moneda) es la
atención. Hoy esta hipótesis resulta a todas luces cierta: es algo en lo que
nos encontramos inmersos, no depende de si somos conscientes, de si lo
entendemos o de si adoptamos una postura a favor o en contra.
La manera en cómo lo vivimos
se puede ejemplificar de muchas formas, pero sin duda, la internet y-so-bre-to-do
las redes sociales son nuestro mejor ejemplo.
En una red en la que el usuario se encuentra con
millones de coincidencias a la búsqueda sobre cualquier tema, en una era en la
que ya no es problema encontrar información (tanto como lo es verificar su
fuente), el bien escaso es la atención, pues el usuario debe decidir de entre
millones de posibilidades, unas cuantas para satisfacer su búsqueda. Es
imposible sopesar todas las posibilidades para decidirse a tomar una decisión, ya
sea que se trate de comprar un artículo, de contratar un servicio o de buscar
opciones de entretenimiento; uno debe decidir con prontitud a sabiendas de que
existen cientos, quizás miles de productos y servicios semejantes que pueden
ser mejores.
¿Hay algo flotando en la red?
–se pregunta Goldhaber– una red
que cada día ve nacer más de un millón de sitios, que duplica su tamaño cada 8
meses en promedio, en el que diariamente circulan entre distintos nodos de la
red 20 000 millones de e-mails, donde hay innumerables sesiones de chat, de redes P2P, de weblogs, de redes sociales,
de noticias. ¿Hay algo en esta red que sea escaso y deseable?
Sí lo hay, es la atención. Y hoy en día, la Economía de la Atención –ya no
de la información– es la economía natural del ciberespacio.
Navegar entre esa jungla de información es cada
día más complejo y ha venido a instaurar en el panorama un nuevo problema: el
exceso de información; ya que, en
palabras del Premio Nobel de Economía Herbert Simon 2: “la
abundancia de la información da lugar a la pobreza de la atención”. Es evidente
que la reciente (y muy creciente) digitalización de la mayoría de los procesos
comunicativos que se realizan en las sociedades postindustriales provoca un
crecimiento exponencial de los datos, que deben ser asimilados, clasificados,
comparados, monitorizados… Es una tarea cada vez más ardua que provoca que la
atención sea uno de los bienes más escasos de este nuevo paradigma.
Alfons Cornella define el término “Infoxicación”, acuñado por Simon como "Exceso informacional, de intoxicación informacional, en la que
tienes más información de la que humanamente puedes procesar y, como
consecuencia, surge la ansiedad (técnicamente Information Fatigue Syndrome). En inglés el término es Information Overload (sobrecarga informacional).
“Pues bien, la infoxicación es un
problema de nuestra sociedad y, por tanto, también una gran fuente de
oportunidades. Cuando definí el término, Google no existía. El spam era,
quizás, la predicción de algún visionario al que nadie hizo caso. La situación
es hoy peor de lo que podíamos imaginar." 3
El problema de la infoxicación
se vuelve cada vez más agudo en el
entorno Facebook, la red social con perfil comercial por excelencia. Este
problema comienza a resultar alarmante: La gran mayoría compite por una tajada
de atención del público: “me quemé el
dedo”, “estoy saliendo del cine con mis amigos Fulano y Mengana”, “me estoy escarbando la nariz” o “ve mi video”,
“por favor ve mi video”, “¿ya viste mi video?”, “vota por mí”, “Vota por mí”, “¡¡¡¡¡Vota por
mí!!!!!”.
Así, alguien que dispone de
poco tiempo, decidido a leer sólo los titulares más relevantes (no digamos ya asimilarlos
y a transformarlos en nuevo conocimiento) se encuentra con el rockstar wannabe que insiste en auto-promocionarse
posteando la misma canción cada mañana o con el activista ingenuo que cree que
la realidad se transforma posteando cada tanto fotos amarillistas o noticias
que, a fuerza de repetirse y gracias a la misma dinámica económica de la red, terminan
pareciendo banales, por mucho que su contenido sea trascendente o nutritivo; con
tal de captar y sobre todo cooptar la mayor cantidad de atención posible. Un
ejemplo de esto último lo encontramos en las recientes críticas al
pre-candidato priísta a la presidencia de México referentes a sus tropiezos en
distintos espacios públicos: la crítica se vuelve burla, broma fácil, foto de
ocasión, animación trivial, vaciando de
facto cualquier posibilidad de contenido relevante.
Captar la atención es la
clave, dice José López Ponce 4. Todo lo publicado en la gran mayoría
de los muros de Facebook es una invitación a “Mira mi mundo, mírame”, una
necesidad de exhibirse propia de una sociedad cada vez más narcisista. El
imperativo social para existir es generar una conversación, ser interesante,
divertido y original buscando cosas que contar para alimentar la “maquinaría de
la diferenciación”.
La motivación es competir para
crear la marca personal y no por entrar en un proceso de socialización
colaborativa: "Publicar
en la Economía de la Atención o morir invisibles” 5 nos dice
Hugo Pardo Kuklinski. El objetivo es ponerse delante para que te
sigan, ser el primero en la diferenciación, ser representante de cualquier cosa,
autonombrarte portavoz, de ahí la importancia de las métricas –número de
amigos, números de seguidores, número de visitas, número de “me gusta”, etc. –
Es una falsa sociabilidad, porque la atención se genera en base a una fachada
de sentimientos y emociones destinadas a satisfacer la demanda de la comunidad,
inmersa en la dinámica económica referida anteriormente.
Porque además se practica la
“buena vibra online”, donde son cuasi obligatorios la felicidad, el optimismo,
la exaltación de los valores individuales, la ocultación de los problemas, la
euforia perpetua, el buen humor y la ocurrencia como instrumentos de pesca,
nunca antes el concepto de “red” tuvo tanto sentido. “Maximizar la atención
hacia mi red” es la consigna, valiéndose de cualquier artimaña para
conseguirlo, ya sea el cinismo o la hipocresía edulcorados, como instrumentos
de dominación simbólica sobre los individuos y sobre los acontecimientos.
Una carrera hacia la atención
que no admite la crítica, la cual no existe si simplemente se ignora. Unos
cuantos videos en el muro y es asunto enterrado. La discrepancia es calificada
de trolismo, un recurso fácil para convertir al crítico en un taimado salvaje.
La búsqueda de la atención como hiper-estimación con una percepción egocéntrica
de la realidad, a través de la cual sólo acepta aquella realidad que refuerza
su propia grandiosidad e intentando forzar a los otros a que les brinden su
admiración incondicional mediante el control sobre sus actos o pensamientos.
En las redes sociales,
hoy por hoy, se perpetúan más que nunca las desigualdades, únicamente los más
interesantes o los más divertidos son los que se benefician (ni hablar de los
millones de personas que no tienen acceso a internet). Los mediocres, los sin
cultura, los que no tienen un punto de vista propio, los antipáticos son las
primeras víctimas de la discriminación social online y quedan relegados a una
suerte de voyerismo activo materializado en
forma de “te sigo”.
Además de todo, quien no
responde a las cadenas o a las recomendaciones de videos o música o artículos
es un marginado. Situación tan indeseable que se soluciona con un simple “me
gusta”.
En las sociedades
postmodernas, lo cotidiano está uniformado y la mayoría de los individuos están
diluidos en las multitudes y atrapados por lo inmediato. Las cosmovisiones
totalizadoras que marcaban la hoja de ruta de las personas están en crisis
-religión, patria, proyecto global de vida, etc.-, estamos atrapados por lo
inmediato, en un mundo que se mueve a velocidad de vértigo que nos obliga a
vivir el momento, en busca de la especialización y actuando con un alto grado
de pragmatismo6.
En el ámbito artístico y
creativo, el problema de la infoxicación lanza una nueva manera de valorar los
productos estéticos, pues ya no hace falta tener talento o ser propositivo para
ser valorado positivamente, basta contar con una amplia red de amigos que a
golpe de ratón legitimen tu trabajo. Ante tremenda oferta de productos
artístico-culturales, la dinámica económica digital obliga a consumir
“cualquier” obra de arte, sin importar demasiado su verdadero valor estético,
pues en el inconsciente colectivo flota cada vez más arraigada, la idea de que
probablemente existan mejores productos, pero nada nos garantiza que en medio
de esta gran amazonía digital algún día nos encontremos con ellos. Nadie quiere
ser tomado por iletrado, bruto, ignorante o poseedor de malos gustos, mucho
menos en la actual economía digital, así que si conozco personalmente al
guitarrista de una banda de rock que suena pésimo diré que son lo mejor y les
daré todos los “me gusta” que me pidan, pues en la economía de la atención se beneficia
todo el que participa de la atención generada y recibida por el otro. Lo mismo
podemos decir de otros ámbitos, como el empresarial y el político.
Nacho Gil reflexiona acerca del libro The attention economy de Thomas
Davenport y John Beck y nos dice: “El
nuevo recurso no son las ideas, ni siquiera el talento, sino la atención
propiamente dicha” 7. Así
como la mano de obra condujo la economía en la era industrial, y la información
lo hizo en la era del conocimiento, la atención es quien guía los hilos de la
nueva economía digital.
Pardo Kuklinski lo
denomina Postdigitalismo y comenta: Vivimos
en una sociedad red y los geeks son quienes diseñan las redes. De ahí su vital importancia. Se trata de una elite (la netocracia) que
está rediseñando nuestra percepción del mundo desde hace cuatro décadas. Ellos
configuran el mundo en el que viven según sus necesidades y todos los demás
adoptamos sus plataformas y diseños en red posteriormente. Desde la irrupción
de Internet y la computación personal, los geeks son los nuevos escribas del mundo 8.
¿Qué está haciendo internet
con nuestras mentes? –se pregunta Nicholas Carr 9– y advierte sobre
el hecho de que la capacidad de concentrarnos en la lectura de textos largos es
cada vez menor. Carr ha cerrado sus perfiles en las redes sociales. No es el
único. Tengo compañeros decepcionados con estas modas que te llevan de un
portal a otro dependiendo de las corrientes del momento. Hace unos años se
pusieron en boga los blogs y todo el mundo tenía que hacerse uno. ¿Has leído lo
que he escrito en mi blog? te comentaba cualquiera como si tuvieses obligación.
“Lejos de conectarnos, Facebook realmente nos aísla en nuestros lugares
de trabajo. Alimenta una suerte de vanidad y engreimiento en nosotros.
Incentiva una competitividad inquietante entre las amistades: parece que, con
los amigos, hoy en día la calidad no cuenta para nada y la cantidad es la
reina”, sentenciaba sobre Facebook el periodista Tom Hodgkinson en The
Guardian 10.
El problema más grave de todo
esto es que esta situación se agudiza cada vez más y cada vez más rápido.
Además de la incertidumbre acerca de lo que ocurrirá con las nuevas generaciones
que están creciendo y aprendiendo a desarrollarse dentro de este paradigma.
La red o la nube: cambiando el paradigma
Ni los peces pueden negar el
“acercamiento y la mejor comunicación” que impone una red a quienes se
encuentran dentro de ella, ni la araña puede negar sus enormes beneficios a la
hora de hacerse con una presa. Toda la web 2.0 como la conocemos hoy en día,
nació y comenzó su verdadero desarrollo al
amparo de estrategias y enfoques comerciales. Facebook, la reina de las redes sociales, no dejó
escapar esta situación al momento de crear sus políticas y sus servicios. A la
compañía de Zuckerberg se le ha acusado de vender información de sus clientes a
las agencias de inteligencia, y a distintas empresas. En lo personal, no me
sorprendería si esto fuera cierto, lo realmente sorprendente sería que no fuera
así.
Son varios los autores que han
señalado a Peter Thiel 11, un liberal extremista de la derecha
norteamericana como el inversor de riesgo detrás de Facebook desde sus inicios.
En sucesivas rondas de inversión, la aparición de personajes como Jim Breyer o
Howard Cox implican vínculos de la red social con In-Q-Tel, empresa de capital
de riesgo de la CIA que, según su propia página, “identifica y acompaña a las compañías en el desarrollo de tecnología
punta para distribuir esas soluciones a la CIA y al grueso de la comunidad de
inteligencia de los EE UU” 12.
Por otro lado, en septiembre
de 2009, The Guardian publicaba que la UE financia sistemas de control y
vigilancia de las redes sociales. Basándose en un documento filtrado por Wikileaks 13,
apuntaba la financiación europea del consorcio Indect, que desarrolla programas
técnicos para registrar y almacenar información a través de un plan de
vigilancia permanente de chats, foros y redes sociales entre
otros. Un producto del trabajo en común de departamentos nacionales de policía,
empresas privadas y centros de investigación de universidades.
Es claro que los grandes
capitales están interesados en perpetuar un modelo de internet como el que
existe actualmente, el desafío de los
desarrolladores y del público en general es la construcción y consolidación de
la web social federada, una web democrática que sustituya a la restrictiva web
2.0. La estructura de la web actual se presta muy bien a la centralización, en
cuanto divide los servidores, que ofrecen y controlan los datos de los clientes
que los usan. Al principio, esta estructura estaba dictada por razones
técnicas: los ordenadores y las conexiones disponibles en los años ’90 no
permitían a la mayoría de la gente instalar un servidor de red. Hoy las
condiciones han cambiado radicalmente: los ordenadores modernos y las conexiones DSL hacen posible la
implantación de una red completamente P2P, en la que todo el
mundo es al mismo tiempo productor y consumidor de datos. En una red P2P,
Facebook no podría tener datos sobre millones de personas
y Google no podría concentrar tanta información. Generalizar
el P2P representa una amenaza para toda empresa que se basa en la concentración
de datos, y es esta clave de la resistencia al P2P.
Para los hacktivistas –dice
Patricia Manrique– el problema de privacidad y de seguridad no es exclusivo de
Facebook, sino que parte de una cuestión de base en la web 2.0 o web social. En
uno de los textos colectivos de guifi.net se afirma que el problema estriba en
que “gran parte de los servicios de web
social están construidos sobre software privativo, donde las usuarias tienen
que ceder los derechos”, no pudiendo participar en la gestión y “teniendo
que usar protocolos y formatos privativos y propiedad de la organización que
gestiona el servicio”.
Esto conlleva, señalan, que
queden “a merced de grandes compañías no
sólo una gran cantidad de datos de carácter personal, sino también las
relaciones y vínculos sociales que en la web se establecen”. Y desde
Ippolita apostillan: “Es imposible que
una empresa que pretende la gestión totalitaria de la información personal crea
en una web libre”15. Por ello, desde el hacktivismo se apuesta
por la web libre, el código abierto y las “redes sociales del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo” como Lorea, Crabgrass o Diáspora, que fue lanzada el 15 de septiembre
de 2010.
La clave hoy pasa por
optimizar las herramientas telemáticas propias siendo conscientes de que la
batalla tiene dos paradas iniciales. Primero la guerra por la neutralidad en la red, donde está
en juego el futuro de la red como negocio normativizado o como servicio público
consensuado. En segundo lugar, la construcción de redes que evolucionen desde un
punto de vista tecnocéntrico hasta un enfoque social y cultural.
Pese a vivir en un Occidente,
donde todo parece digitalizable, las realidades cotidianas de millones de seres
humanos están activamente al margen del mundo telemático. Realidades sociales
que nos recuerdan la nocividad de confundir lo virtual con lo material y que
nos devuelven al desierto de lo real donde los conflictos sociales tienen
carne, corazón y cabeza. 14
Pese a que el concepto “nube”
se emplea solamente para cierto tipo de servicios basados en internet, creo que
es un buen punto de arranque para comenzar a construir una internet más social
y equitativa. Las connotaciones semióticas del término actúan a favor de
conseguir esto último: la red es opresiva por naturaleza y lo etéreo de una
nube puede darnos libertad para construir una internet más universal.
Todavía no está mal visto,
desde un punto de vista legislativo, pero en unos pocos años, estoy seguro que
todo aquel que insista en adquirir atención a cualquier costo, de cualquier
manera, incluso disfrazándolo de algún afán loable, colaborativo u original,
será visto como hoy vemos al monopólico capitalista,
avaro y malicioso que solamente busca cooptar más y más ganancias económicas.
Pues si la economía del dinero
ha hecho invisibles a tan gran parte de la humanidad, ya podemos imaginar lo
que ocasionará esta Economía de la Atención, en donde sólo son poseedores
aquellos que tienen acceso a los medios digitales y además disponen de tiempo
suficiente para hacer uso de ellos en su propio beneficio.
Referencias
1 Michael H. Goldhaber,
en Wired (Issue 5.12 | Dec 1997) (http://www.wired.com/wired/archive/5.12/es_attention.html?topic=future_of_money&topic_set=neweconomy)
3 Alfons Cornella, “Infoxicación: Buscando un
orden en la información”. Infonomia 2009.
4 José López Ponce, “La sociedad líquida: Narcisismo,
mentiras, voyeurismo y redes sociales” http://filosofiauruguaya.spruz.com/forums/?page=post&id=A5D62822-66CD-43FB-9F68-7D574B5EF603
5 Hugo Pardo Kuklinski, “Geekonomía: un radar
para producir en el postdigitalismo”. Colección Transmedia XXI, 2010.
6 José
López Ponce, ibid.
8 Hugo Pardo Kuklinski, ibid.
9 Nicholas Carr, “Superficiales” Taurus 2011.
10 Tom Hodgkinson, “Please, stop the
Mark Zuckerberg love train” (Dec 2010) http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/dec/23/mark-zuckerberg-facebook
14 Patricia Manrique, “Facebook: una fuente de
datos para empresas” en http://www.diagonalperiodico.net/Facebook-una-fuente-de-datos-para.html
15 Colectivo
Ippolita, “El lado oscuro de google: Historia y futuro de la industria de los
metadatos” Editorial Virus, 2007.
http://www.ippolita.net/files/El_lado_oscuro_de_Google.pdf