domingo, 1 de febrero de 2009

Hobbes

De su padre todos hicimos suposiciones que nunca resolvieron nada.
Su madre fue sobre todo una aventurera y una perdida. Pero todos guardamos su memoria como la cariñosa, abnegada y reivindicada madre de cuatro que alcanzó su suerte en la acera justo frente a su casa. De todos sus hermanos, él fue el primero en dejar el nido.
Podría decirse que desde el vientre, ya estaba no sólo predispuesto sino además, acostumbrado a la vida licenciosa y que por la sangre le corría, ya desde entonces el gusto por lo disoluto y altas cantidades de THC.
Su madre vivió entre yunkies que pintaban en las paredes sus mejores viajes y compartían las sustancias y las horas en un bacanal psicoactivo y a veces artístico, que funcionaba a tiempo completo y con más de 400 watts de potencia. Desde el vientre se acostumbró a excesivos niveles de decibeles y es por eso que puede pasar una locomotora zumbándole en el lomo y él, se acomoda un poco y se duerme de nuevo.
Fue justamente con algo de LSD encima, cuando yo hablé con su madre aun encinta y prometí hacerme cargo de él cuando ella ya no estuviera. La Maju me lo agradeció y recuerdo que en ese momento, de toda ella emanaba una tranquilidad que acariciaba.
Siempre ha sido un tipo despierto (cuando está despierto) y amistoso. Yo sigo creyendo que al final esa será su perdición.
Suele ser accesible y confía fácilmente en cualquiera (como hacen los perros). Suele darse a conocer fácilmente pues posee la cualidad de la empatizar con quien se cruza y luciendo en terminos generales, un buen tipo, es común que alguno voltee la mirada cuando va pasando.
Siempre me fascinó la condición felina. Con todos sus resquemores y con ese fatalismo que la acompaña.
La historia de mi vida, ha sido la historia compartida al lado de estos seres. Cada uno, es un tango que cantar.
Decidí bautizarlo como Hobbes por la historieta de Bill Watterson, que hiciera mis delicias en la infancia. Y por la memoria de otro compañero que desapareció sin dejar huella.
No sólo me fascina por ser atípico a todas luces. Pues además de su gusto franco por el agua y su adversión hacia la leche, suele llevarse más, con seres de otras especies que con los de la propia.
Me fascina sobre todo por ser tan él mismo.
Es un cazador avezado, suele hacerse de presas con la que se entretiene hasta la muerte para dejarlas abandonadas por ahí. No sólo no es alguien que se encargué de mantener lejos a los ratones. Más bien, suele llevarlos él mismo a casa para su entretenimiento. Y abandonarlos una vez no dan señales de vida. Le gusta perseguir perros y seguir a los que conoce por la calle, como hacen ellos.
Todos tenemos un némesis y el de él, sabe muy bien hacer su trabajo. Él dice estar seguro que en un sueño se le aparecerá la respuesta de cómo hacer para partirle su madre.
De la Maju heredó el gusto por la vida disoluta y por las siestas prolongadas.
Sólo Dios y el Diablo saben lo que hace cuando sale por las noches.
Es muy probable que no llegue a viejo.
Hoy cumple un año de existencia y yo lo celebro.